
Director: David Slade.
País: Estados Unidos.
Duración: 103 minutos.
Todo el mundo recomendándome la película, un trailer prometedor con enfoques diferentes a los que estamos acostumbrados, dos actores novatos en un duelo interpretativo más que digno, una idea que parece interesante y original… Vamos, que Hard Candy quería verla en el cine, me parecía muy atrayente. Y más cuando veo que en todas partes le ponen una notaza tremenda, desde luego caló hondo al espectador, incluso entre los más exigentes. De verdad, tenía que verla. Pero pasó el tiempo, no pude verla en pantalla grande y al final, gracias a un amigo, tuve la oportunidad de visionar este largometraje que tanto impacto suscitó en el festival de Sitges.
Aviso que para hacer esta crítica voy a revelar ciertos detalles del guión que son toda una sorpresa y quizá lo que más merece la pena ver de este film. Avisados quedáis.

La verdad, es que parece predecible lo que va a ocurrir, pero la sombra de la Caperucita Roja es alargada y el cuento ha cambiado mucho, vaya que sí.


Y, oh sí, los enfoques son novedosos, la decoración tan chic que hasta asombra, con esa mesa de piedras de un metro de largo, esos cuadros repartidos por la casa, esos muebles tan simples, esas ventanas tan curiosas y sí, esos paneles que sirven de cortinas, con las paredes de colores y tal. Es entonces cuando piensas: -No me cabe duda, Jeff es pijo, pero el director peca de presuntuoso con una casa como esa para poder rodar con esos primeros planos tan… arriesgados, con fundidos de colores y tal. No voy a valorar una película por eso, pero la verdad es que me llamó muchísimo la atención y en un primer momento me gustó, sobre todo cuando te paras a pensar un poco en toda la elaboración que supone algo así. Pero no puedo evitar pensar que ese es el principal problema de esta película, la fotografía es preciosa y tal, pero todo es tan sofisticado como poco creíble, es una lástima que ello se traslade al guión.




Pero no solo eso, lo peor llega al final, el director en varias declaraciones ha dejado claro que no pretendía un desenlace fácil, pero es que esta cosa no hay quien se la trague, quien crea que tiene algo de poético o creíble es que es ingenuo de veras. Lo siento mucho si alguien se siente ofendido por este comentario, pero un suicidio como ese en esas circunstancias es simplemente una chorrada en ciernes, de los peores finales que he podido ver en una película.
Lo único que se salvan son las reseñables interpretaciones de una sorprendente Ellen Page y un aceptable Patrick Wilson, ambos hacen lo que pueden en esta película tan aburrida, con un argumento que hace aguas por todas partes y de credibilidad nula.