Año: 2006.
Duración: 107 minutos.
País: Estados Unidos.
Director: Alexandre Aja.
Odio los remakes y las películas actuales de terror.
Este mismo año he ido a ver la Profecía y he salido espantado, no solo me ha parecido una pésima, desfasada y aburrida película, sino que para lo único que sirvió fue para interesarme por la original y descubrir que es muchísimo mejor. Ya no hacen películas de terror como las de antes (abuelo Cebolleta dixit) y empiezo a estar harto de ver siempre a los mismos fantasmas, a los mismos niños-monstruo (la de The Ring, por ejemplo, repetida en mil películas orientales de terror, que encima tienen su correspondiente remake americano), los mismos adolescentes tontos que sufren la persecución de asesinos implacables con una integridad física imposible. En resumen, ¡qué decepción me he llevado con el cine de terror últimamente! ¿Por qué no tengo una sorpresa de vez en cuando?
Parece que mis súplicas fueron escuchadas y de repente tuvimos en cartelera un remake de la película de 1977 de Wes Craven, Las Colinas tienen Ojos. Lo primero que me llamó la atención fueron las declaraciones del mismo director de Scream, que comentó tras ver la escena puntal de esta versión que supera la original (la suya, claro) con creces y hasta quedó impactado por la dosis de violencia cruda mostrada, sin llegar al gore más absoluto.
No es para menos, pues se trata de una de las mejores películas de terror que he visto en el cine, lo cual tampoco es decir mucho, ya que el panorama es bastante pobre, como ya he dicho más arriba. Echaba de menos algo del estilo “La Matanza de Texas” sin que resultara insultante o aburrido por repetitivo, creo que Alexandre Aja, director de otra película de terror más personal cuyo nombre es Alta Tensión (habrá que verla), dio en el clavo al realizar una versión más sobrecogedora de aquella obra de culto de Wes Craven, aportando diferentes matices y haciéndola mucho más intensa en todos los sentidos. En resumen, superándola.
El argumento es simple pero efectivo, trata de una familia americana al uso (aunque no tan políticamente correcta como parece en un principio) que cruza los Estados Unidos en caravana y tiene que atravesar el mítico camino perdido (por culpa de las autopistas) conocido como Kilómetro 66. Pararán en una gasolinera para repostar y el propietario les indicará por dónde deben ir, sin saber que caerán en una terrible trampa donde un grupo de asesinos caníbales les darán caza sin la menor consideración.
Entre muchas de las virtudes de la película se encuentra su ambiente, sucio y malsano, con la gasolinera más poco acogedora de todo el desierto americano y un ídem tan solitario y apartado de la mano de Dios que cualquiera podría moverse por allí como quisiera, sin que nadie se enterara de lo ocurrido.
Los cráteres formados por las bombas atómicas, las casas viejas con sus maniquíes sonrientes (sin duda el acierto más genial de este remake, la original no tenía nada de todo esto, aunque recuerda un poco a la Casa de Cera), la ya mencionada gasolinera, la propia caravana en medio de la gran nada, los picos afilados de las rocas que hay sobre las colinas, los coches abandonados, la mina... En definitiva, el ambiente es acojonante y la variedad mostrada dentro de ese desierto es más que acertada, siendo un lugar deshabitado y me atrevería a decir que incluso inexplorado. A veces se tiene la misma curiosidad que los protagonistas por ver qué hay más allá de las colinas, o qué esconde la inquietante mina donde la familia Júpiter (así se llaman los caníbales) esconden o almacenan los cadáveres cuando los capturan.
Este remake de Alexandre también nos ofrece una nueva versión de la familia caníbal de Júpiter. En lugar de mostrarnos a los monstruosos miembros de una familia claramente producida por incesto, que fue educada totalmente apartada de la sociedad sin ningún atisbo de moral o conciencia humanas, en esta nueva versión hay una crítica brutal sobre cómo el Gobierno empleó cierta zona de América para probar armamento nuclear sin tener en cuenta a los habitantes o al menos sin la conciencia de que los mismos estaban allí. Es cierto que se pierden unos matices bastante interesantes sobre la verdadera condición humana, de hecho, esta familia estuvo inspirada (en la original de Wes Craven, que no en el remake) en una que existió en realmente en Escocia, el director Tob Hopper también la tuvo en cuenta para su Matanza de Texas. Aunque no se pierden del todo, ya que estos monstruos, aunque víctimas de la arrogancia del país, siguen siendo personas apartadas de la sociedad que tienen costumbres más animales que las que consideramos humanas. De hecho, lo interesante es que esta vez se mueven también por venganza, conocedores de su sufrimiento y de lo que ocurrió, víctimas de algo que no esperaban. En cierto modo, ahora la familia de Júpiter es creación de nuestro propio sistema, una ironía.
Y es que, de primeras, el tema de las deformidades producidas por las bombas atómicas ya deja con muy mal cuerpo al principio de la película, con uno de los créditos más acertados que haya visto, mostrando imágenes reales con una música tan melancólica y alegre que queda verdaderamente desconcertante ante esos videos reales sobre las bombas nucleares, entre fotos que paralizan la respiración, presentando lo que se verá a lo largo del filme. Por cierto, ya que estamos con las deformidades, el maquillaje de los asesinos no puede ser mejor, en el sentido de que producen escalofríos y cada uno de los miembros de la familia está verdaderamente conseguido, todos parecen de verdad, nadie diría que se trata de maquillaje. Técnicamente la película es digna de mención y ofrece un ambiente malsano que solo inspira a salir corriendo de allí cuanto antes mejor.
Por lo demás, refiriéndome ya al argumento en sí, aunque éste no sea nada del otro mundo (familia en merced de un grupo de asesinos caníbales, supervivencia y tal) y sea casi calcado del original, está enfocado de una manera diferente y aunque esté repleto de tópicos la verdad es que el director se preocupa por llevarlos con bastante soltura, consiguiendo lo que se propone al más viejo estilo ochentero. Puede que sobren algunos minutos de metraje con respecto a la primera mitad de la película, que es lenta y la acción se hacen de rogar, pero esto también ayuda a que conozcamos mejor a esta no-tan-típica familia americana que se las tendrá que ver con seres sin escrúpulos y sin ningún tipo de remordimientos. La impotencia está asegurada en el primer ataque, una de las mejores escenas y la que tanto alaba Wes Craven, pues uno desea que todo acabe cuanto antes y la violencia mostrada es agobiante, tan directa que realmente lo pasas mal y quieres atravesar la pantalla para darle de ostias a los energúmenos que hacen lo indecible contra las mujeres de la familia, las cuales reciben la peor parte. Cabe destacar que entre los varones y las mujeres hay un bebé, hay que tener mala leche para poner un elemento así en una película de estas características.
Después, en la segunda mitad, viene la venganza, y los aplausos por cada uno de los monstruos caníbales que mueren es de rigor. No solo eso, sino que el ritmo se vuelve frenético y todo lo que le faltaba a la primera parte se suple con creces.
El héroe de la película es, por cierto, un pastor alemán al cual habría que colocar en un pedestal.
Y nada más que decir salvo que es muy recomendable para pasar un mal rato (en el mejor de los sentidos). No apta para gente sensible y se espera segunda parte este mismo año, aunque no la espero con muchas ganas, sinceramente.
Duración: 107 minutos.
País: Estados Unidos.
Director: Alexandre Aja.
Odio los remakes y las películas actuales de terror.
Este mismo año he ido a ver la Profecía y he salido espantado, no solo me ha parecido una pésima, desfasada y aburrida película, sino que para lo único que sirvió fue para interesarme por la original y descubrir que es muchísimo mejor. Ya no hacen películas de terror como las de antes (abuelo Cebolleta dixit) y empiezo a estar harto de ver siempre a los mismos fantasmas, a los mismos niños-monstruo (la de The Ring, por ejemplo, repetida en mil películas orientales de terror, que encima tienen su correspondiente remake americano), los mismos adolescentes tontos que sufren la persecución de asesinos implacables con una integridad física imposible. En resumen, ¡qué decepción me he llevado con el cine de terror últimamente! ¿Por qué no tengo una sorpresa de vez en cuando?
Parece que mis súplicas fueron escuchadas y de repente tuvimos en cartelera un remake de la película de 1977 de Wes Craven, Las Colinas tienen Ojos. Lo primero que me llamó la atención fueron las declaraciones del mismo director de Scream, que comentó tras ver la escena puntal de esta versión que supera la original (la suya, claro) con creces y hasta quedó impactado por la dosis de violencia cruda mostrada, sin llegar al gore más absoluto.
No es para menos, pues se trata de una de las mejores películas de terror que he visto en el cine, lo cual tampoco es decir mucho, ya que el panorama es bastante pobre, como ya he dicho más arriba. Echaba de menos algo del estilo “La Matanza de Texas” sin que resultara insultante o aburrido por repetitivo, creo que Alexandre Aja, director de otra película de terror más personal cuyo nombre es Alta Tensión (habrá que verla), dio en el clavo al realizar una versión más sobrecogedora de aquella obra de culto de Wes Craven, aportando diferentes matices y haciéndola mucho más intensa en todos los sentidos. En resumen, superándola.
El argumento es simple pero efectivo, trata de una familia americana al uso (aunque no tan políticamente correcta como parece en un principio) que cruza los Estados Unidos en caravana y tiene que atravesar el mítico camino perdido (por culpa de las autopistas) conocido como Kilómetro 66. Pararán en una gasolinera para repostar y el propietario les indicará por dónde deben ir, sin saber que caerán en una terrible trampa donde un grupo de asesinos caníbales les darán caza sin la menor consideración.
Entre muchas de las virtudes de la película se encuentra su ambiente, sucio y malsano, con la gasolinera más poco acogedora de todo el desierto americano y un ídem tan solitario y apartado de la mano de Dios que cualquiera podría moverse por allí como quisiera, sin que nadie se enterara de lo ocurrido.
Los cráteres formados por las bombas atómicas, las casas viejas con sus maniquíes sonrientes (sin duda el acierto más genial de este remake, la original no tenía nada de todo esto, aunque recuerda un poco a la Casa de Cera), la ya mencionada gasolinera, la propia caravana en medio de la gran nada, los picos afilados de las rocas que hay sobre las colinas, los coches abandonados, la mina... En definitiva, el ambiente es acojonante y la variedad mostrada dentro de ese desierto es más que acertada, siendo un lugar deshabitado y me atrevería a decir que incluso inexplorado. A veces se tiene la misma curiosidad que los protagonistas por ver qué hay más allá de las colinas, o qué esconde la inquietante mina donde la familia Júpiter (así se llaman los caníbales) esconden o almacenan los cadáveres cuando los capturan.
Este remake de Alexandre también nos ofrece una nueva versión de la familia caníbal de Júpiter. En lugar de mostrarnos a los monstruosos miembros de una familia claramente producida por incesto, que fue educada totalmente apartada de la sociedad sin ningún atisbo de moral o conciencia humanas, en esta nueva versión hay una crítica brutal sobre cómo el Gobierno empleó cierta zona de América para probar armamento nuclear sin tener en cuenta a los habitantes o al menos sin la conciencia de que los mismos estaban allí. Es cierto que se pierden unos matices bastante interesantes sobre la verdadera condición humana, de hecho, esta familia estuvo inspirada (en la original de Wes Craven, que no en el remake) en una que existió en realmente en Escocia, el director Tob Hopper también la tuvo en cuenta para su Matanza de Texas. Aunque no se pierden del todo, ya que estos monstruos, aunque víctimas de la arrogancia del país, siguen siendo personas apartadas de la sociedad que tienen costumbres más animales que las que consideramos humanas. De hecho, lo interesante es que esta vez se mueven también por venganza, conocedores de su sufrimiento y de lo que ocurrió, víctimas de algo que no esperaban. En cierto modo, ahora la familia de Júpiter es creación de nuestro propio sistema, una ironía.
Y es que, de primeras, el tema de las deformidades producidas por las bombas atómicas ya deja con muy mal cuerpo al principio de la película, con uno de los créditos más acertados que haya visto, mostrando imágenes reales con una música tan melancólica y alegre que queda verdaderamente desconcertante ante esos videos reales sobre las bombas nucleares, entre fotos que paralizan la respiración, presentando lo que se verá a lo largo del filme. Por cierto, ya que estamos con las deformidades, el maquillaje de los asesinos no puede ser mejor, en el sentido de que producen escalofríos y cada uno de los miembros de la familia está verdaderamente conseguido, todos parecen de verdad, nadie diría que se trata de maquillaje. Técnicamente la película es digna de mención y ofrece un ambiente malsano que solo inspira a salir corriendo de allí cuanto antes mejor.
Por lo demás, refiriéndome ya al argumento en sí, aunque éste no sea nada del otro mundo (familia en merced de un grupo de asesinos caníbales, supervivencia y tal) y sea casi calcado del original, está enfocado de una manera diferente y aunque esté repleto de tópicos la verdad es que el director se preocupa por llevarlos con bastante soltura, consiguiendo lo que se propone al más viejo estilo ochentero. Puede que sobren algunos minutos de metraje con respecto a la primera mitad de la película, que es lenta y la acción se hacen de rogar, pero esto también ayuda a que conozcamos mejor a esta no-tan-típica familia americana que se las tendrá que ver con seres sin escrúpulos y sin ningún tipo de remordimientos. La impotencia está asegurada en el primer ataque, una de las mejores escenas y la que tanto alaba Wes Craven, pues uno desea que todo acabe cuanto antes y la violencia mostrada es agobiante, tan directa que realmente lo pasas mal y quieres atravesar la pantalla para darle de ostias a los energúmenos que hacen lo indecible contra las mujeres de la familia, las cuales reciben la peor parte. Cabe destacar que entre los varones y las mujeres hay un bebé, hay que tener mala leche para poner un elemento así en una película de estas características.
Después, en la segunda mitad, viene la venganza, y los aplausos por cada uno de los monstruos caníbales que mueren es de rigor. No solo eso, sino que el ritmo se vuelve frenético y todo lo que le faltaba a la primera parte se suple con creces.
El héroe de la película es, por cierto, un pastor alemán al cual habría que colocar en un pedestal.
Y nada más que decir salvo que es muy recomendable para pasar un mal rato (en el mejor de los sentidos). No apta para gente sensible y se espera segunda parte este mismo año, aunque no la espero con muchas ganas, sinceramente.
2 comentarios:
pues hará 15 minutos que la he terminado de ver, casualidades de la vida XDDDD Que necesitaba algo para desestresarme de los exámenes jajaja
Es muy buena la peli. Me ha encantado ^_^. No me imaginaba a "Pyros" en ese papel y lo ha hecho muy bien. Y además sale Emilie de Ravin, una "Perdida". Y la peli está muy bien llevada.
Eso sí, me ha desconcertado MUCHO descubrir que parte de su BSO es una musiquilla que ponen mucho en Aquí hay Tomate. "The Tomatoes Have Eyes" jajajaja
bueno una peli que no es de mi genero ya que a mi lo de moustros comiendose gente no me va que luego no duermo por las noches XD XD pero tengo que admitir que me lo pase en grande en el cine apaludia cada vez que se cargaban a un bicho de esos,y en serio yo si me pierdo en un desieto quiero un perro como bestia que me protega de los sicopatas XDXD bueno en resumen que aunque no sea mi genero ocnsiguio bien su cometido y me hizo tener pesadillas esa noche
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