
Y es que así de cruel es el mundillo, si no destacas en ventas caes en el más mísero olvido, y más si acaban pasando los años y técnicamente acabas desfasado. Otro ejemplo sería el excelente juego que es Loom (antes ya mencionado en este blog, ir aquí para leer reseña), pero es que en este caso ni tan siquiera tiene la etiqueta de vieja gloria, aunque honestamente tampoco es que la merezca por una serie de cuestiones que pasaré a enumerar más tarde.
Estamos hablando de un guión escrito, entre otros, por Orson Scott Card (sí, el de Ultimate Iron Man y los Libros de Ender) y Sean Clark (el tipo detrás de Sam y Max y... Monkey Island 4... todos tenemos un pasado oscuro XD), que partió de una idea de Steven Spielberg para la gran pantalla que, por desgracia, no fue a buen puerto por la cantidad de presupuesto que se requería, así que acabó llamando a su colega Lucas y así nació este juego. Iba a ser una película de efectos especiales sobre un meteorito que se acerca inexorablemente a la Tierra y un equipo de astronautas se dirige a su interior para hacerlo estallar. Por desgracia, descubrirán que es muchísimo más de lo que aparenta y acaban en un planeta desconocido del que deben escapar para regresar sus respectivos hogares.




Y no es lo único que recuerda al famoso juego de George Stobbart (mucho más afortunado que este, aunque menos imaginativo), sino que hasta el control es similar, de “point and click”, utilizando ambos botones del ratón, el izquierdo para usar/abrir/cerrar/hablar (dependiendo del objeto o persona) y el derecho para mirar.
En definitiva, dista mucho de ser una vieja gloria de la compañía al estilo Day of Tentacle o The Secret of Monkey Island, pero desde luego es una pequeña joya única dentro del género, una pena que el final estropee bastante el conjunto.