miércoles, octubre 19, 2005

X-treme X-men, esa parcela de Claremont, segunda parte.

Retomamos el tema de la colección de X-treme X-men por su reciente fin tanto en USA como en España.

Nos quedamos justo después de la saga de España y Vargas. Después de semejante despiporre (Mater Christi!!) tenemos otra saga en busca de los diarios de Destino, solo que esta vez se sucede en Australia.
En ella vemos como un capo de la mafia es asesinado y las culpas recaen sobre los hombros de Remy Lebeau, que es el principal sospechoso. Aparte, Pícara va por su propio lado al ser la única que confía en que Gambito es inocente y le han tendido una trampa. Pero ambos son detenidos por un tal Loto Rojo, que está bajo las órdenes de Papá Gow, el examinador.
También conocemos en esta saga a los hermanos Heather (Salvavidas) y Cameron, que resultarán unos secundarios desaprovechados y MUY poco interesantes, tanto que actualmente están olvidados, solo el propio Claremont los recuperará en su miniserie de X-men: El Fin.
No hay que olvidar que aquí vemos los primeros pasos de Bishop siendo un detective y ese cambio de registro se hace muy agradable para el personaje, que se hace más interesante.
Por lo demás, al final resulta que hay un villano clásico detrás de todo, la trama se alarga ineccesariamente y el mes mudo termina por destrozarla. Aparte, es una saga un poco aburrida y olvidable, los personajes siguen ahogando con su verborrea y no paran de parlotear. Y todo esto sin mencionar cosas tan risibles como el papel de Shaw y la joven Mente Maestra, que no es peor que la extraña relación de Ororo y Cameron, para mear y no echar gota.
Un desastre.

Y después, para variar, tenemos el anual del 2003, que es un número donde los X-treme X-men son atacados por el Rey Sombra, que está deseoso de hacerse con el cuerpo de Pícara. En definitiva, un número típico donde vemos que los X-treme tienen mucha fuerza de voluntad, echan huevos a lo que sea y en la pelea vencen a sus enemigos. Nada nuevo bajo el sol y era mucho más interesante, sin duda, aquella que saga del Rey Sombra que Kelly (¿dónde estás?) hizo en X-men. Otra cosa bastante olvidable.

Es entonces cuando llegamos a la saga más larga de toda la colección, la Invasión de Khan. Para variar, Claremont vuelve a emplear a un villano que quiere camelarse a una de las mujeres-X (son tan irresistibles, por lo que parece) y empieza concentrándose tanto en ella como en Gámbito, del cual emplean su poder para abrir un portal interdimensional para así comenzar la invasión. Ey, empieza bien, lo juro, tiene su gracia la saga de marras, con el foco en Madripur, por fin no es New York o Manhattan las ciudades atacadas. Además, Víbora está de por medio y no tiene más remedio que aliarse para evitar la conquista.
Lo malo es que se alarga demasiado y se hace bastante pesado el que anden de batallita en batallita, uno acaba perdiendo el interés de todo lo que pasa. Sobre todo porque nada se aprovecha. Si Shaitan, la mano derecha de Khan, sustituye y toma la forma de Tormenta para confundir a los X-men, esto no se acaba viendo, al final simplemente le matan y punto. Por otro lado, demasiadas escenas donde los personajes están investigando y salvando a gente, el argumento no da para tantos números ni de coña. Y lo peor es que eso se sufre muchísimo mes a mes.
Lo mejor y más destacable es el cambio de Salvavidas (que, la verdad, es una ida de olla del guionista, porque menuda coincidencia que fuera la hija del Virrey y ahora... ¿Shi´ar? no hay quien lo entienda) y la intervención de Vargas, que es muy extraño que decida justamente el momento de una invasión para atacar, pero bueno, será por los diarios de Destino.
Lo que sí es increíble es lo mucho que se respetan las páginas que hemos podido ir viendo del diario, porque los fragmentos que se nos han ido mostrando, al final, acaban tomando forma inesperadamente, eso hay que concedérselo a Claremont. Por lo demás, el final está bastante bien, épico e impactante, sobre todo en lo que se refiere a los actos de Pícara. El problema es que no se explica la pérdida de poderes tanto de ella como de Gambito, una cosa muy rara, en serio.
Con todo esto, me atrevo a decir que esta saga es mejor que las otras dos, ya solo por ver a Tormenta contra las demás esclavas tiene su morbo, aparte de que el enfrentamiento final contra Vargas merece la pena, dentro de lo que cabe. En definitiva, suspende por su exagerada longitud (ocho números, ¡¡ocho!! para lo poco que cuenta) y porque tarda mucho en arrancar. Pero sin embargo, ofrece mucho más que las anteriores y tiene sus momentos. Qué pena lo de desarrollo.

Luego vendrían dos números de relax y tranquilidad, donde nos quedamos estupefactos ante los acontecimientos que suceden con Pícara y Gambito, que pierden los poderes sin razón aparente y encima vemos a Pícara intentando salvarle en el plano astral, con la visita de Tormenta y Jean. Una cosa un tanto bizarra donde los personajes mantienen la tónica que el guionista no deja de repetir: No te rindas, sé fuerte y todo te ira bien. Sigh...
El segundo número de tranquilidad es una fiesta entre amigos donde veremos a viejos conocidos que vuelven, como Kitty Pride y no está mal, pues pone las bases de lo que vendrá a continuación, con X-Posé y Cisma.

Y mira tú por donde, a mí no me parece que X-Posé sea una mala miniserie de dos números (mira qué cortita), sino que además me parece que no está nada mal la idea, con todo lo que tiene que ver con Ororo herida y sin poder ponerse en pie, ejercitando con Lobezno (no penséis mal, malditos) y tratando de superar su parálisis temporal. Aparte, todo lo que tiene que ver con el reportaje mutante es interesante y una excusa para presentar a los personajes e ir encauzando la serie. Es más, aquí veremos cómo Pícara y Gambito se asientan en New Orleans, ya sin poderes ambos, tratando de tener una vida.
En definitiva, esta pequeña miniserie no me disgusta en absoluto y tiene buenos detalles, mucho ojo con ese Arcángel, después de haber soportado al de Casey y el de Austen, me dio bastante rabia que no pasara a X-treme, para que Claremont le tratara como lo hace aquí. Qué pena.

Finalmente, la última saga que dibujaría Larroca en esta serie se llama Cisma, y es la mejor de esta primera temporada. En ella, la verborrea y la palabrería se reduce, no todo lo que debe, pero se nota una mejoría considerable. Aparte, la trama es muy interesante, volvemos al instituto de Xavier para presenciar la llegada de un nuevo villano muy ligado a Sabia, Elias Bogan.
Pero me estoy adelantando demasiado, en verdad todo comienza con unos extraños asesinatos que llevan a Bishop y Sage a investigar y todo conduce a un niño de la Escuela de Xavier. Emma (perfectamente tratada por Claremont, quedé sorprendido) no aprobará que se lleven al niño y hará las cosas por sí misma, investigando el caso por su propia cuenta. Pronto vería que ha mordido más de lo que puede masticar.
Lo más destacable es el enfrentamiento entre ésta y Ororo, donde se tienen en cuenta las situaciones del pasado y la pelea resulta muy entretenida, muy ocurrente.
Sin duda, y de largo, esta es la mejor saga de X-treme después de Intifada, una de las pocas que merecen realmente la pena. Con esto no estoy diciendo que sea una completa maravilla, pero desde luego se lleva un notable por la relación entre personajes y el misterio de la figura de Bogan. Aparte, Xavier hace aparición y mantiene una excelente conversación con Ororo digna de recordar. No está nada mal, no señor.

Como despedida, Larroca dibujaría un último número que profundiza en Sam Guthrie, conocido como Bala de Cañón. En él veremos cómo por fin es tratado como debe ser, como un hombre que ha crecido y ha dejado de ser el adolescente inexperto de antaño. Le veremos en el funeral de Estrella Oscura (al contrario que el resto de los guionistas, en esta serie vemos cosas que suceden en las demás, la continuidad actual es respetada) y volviendo con Lila Cheney para acabar en el grupo de los X-treme. Bienvenido sea.

¿Y Larroca? Pues se porta bien pero mejora en los números finales, y es que el coloreado de los primeros se presenta muy tosco sobre un lápiz quizá un poco sucio. Aparte, el color es casi siempre muy chillón y los brillos exagerados, se echa muy en falta un buen entintado porque el resultado no es del todo favorable y parece que habría sido mejor ver los lápices sin colorear, seguro que serían más vistosos. No obstante, ese color no hace más que restarle protagonismo a un trazo demasiado fino y con tramas.
Por suerte, en los números finales, sobre todo en Cisma, se nota una mejora considerable, parece que los autores se han asentado con ese sistema. Aún así, no dejo de pensar que habría sido mucho mejor el entintado, no acabo convencido con el sistema empleado.
Sobre Larroca, es espectacular y elegante. Su mayor problema es que tenía (ha mejorado un montón en X-men, lo juro) un repartorio de gestos faciales muy limitado, así como una narrativa bastante pésima, cuesta enterarse un poco de lo que pasa y solo las coreografías de las peleas resultan estar bien. Todo opinión personal, claro. Por otro lado, parecía que solo sabía dibujar jóvenes, porque los viejos le salen extraños y ver a Xavier con ese porte... cuesta de creer.
En definitiva, no lo hace mal y en la saga de la Invasión, por ejemplo, es muy sorprendente, falla el sistema del colorado a lápiz y la narrativa.

Nada más por ahora, de estos números (1 a 24) me quedaba con X-Posé y Cisma, el resto me es muy indiferente, la verdad.

2 comentarios:

IvánN Díaz dijo...

y por qué no había visto yo este post?

A mí me parece que la relación Tormenta-Cameron pretendía escandalizar: Tormenta, negra y bastante mayorcita, se liga a un surfero rubio casi adolescente. Y se lo tira. Obviamente, me da que no lo consiguió...

La saga de la invasión sé que tendré que releerla algún día de estos, pero no soy valiente. Cisma me gustó. El número de Bala de Cañón es de los que más me gustan porque entran en el "toque clásico" de Claremont.

Y ahora viene el horror con la llegada de X2 y el muñón de Igor Kordey!

Anónimo dijo...

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