
País: Estados Unidos.
Duración: 185 minutos.
Director: Peter Jackson.
Pues ya está, ya tenemos aquí ese remake tan esperado del director del Señor de los Anillos. No hay duda, las espectativas estaban muy, pero que muy altas, no obstante, estamos hablando del sueño del creador de una de las mejores trilogías jamás vistas en el cine.
Y la verdad, se nota que Peter Jackson se moría de ganas por hacer esta película, no ha escatimado en medios, no se ha contentado con poco y se ha atrevido a mostrarnos aquella película original de 110 minutos en más de tres horas de duración. Tres horas de puro espectáculo.

Las cosas a tener en cuenta de la original es la fantasía, la exploración de un lugar desconocido del que no sabes a qué atenerte. Por aquel entonces, ver algo así en una película era mágico, era sentirse impresionado e inseguro por lo que iba a pasar, sorprendido por las bestias que habitaban junto a King Kong en la isla, no hay duda que, por aquel entonces, la técnica del stop-motion y esas maquetas se hacían reales instantaneamente a los ojos de los espectadores. Actualmente, la versión de 1933 ha quedado totalmente desfasada y es muy difícil tomársela en serio, solo cobra gran importancia si se mira en perspectiva, porque cuenta con todos los tópicos del cine de aventuras de la época, el monstruo, la típica damisela en apuros, el típico macho brabucón y valiente...

Tres horas de duración tiene, tres vertiginosas horas que pasan volando ante tal despliegue de efectos especiales y una gran habilidad a la hora de transmitir emoción en las escenas. No cabe duda, la isla ha sido revitalizada por completo y maravilla tanto como la original por aquel entonces, realmente no sabes qué será lo próximo y hay una acción contínua que no ofrece respiro (quizás esto es algo un poco negativo). Y es que a veces da la impresión de que no se van a ir nunca, de que se meten en tantos embrollos que parece que no van a salir de allí y no sabes a qué atenerte.

Lo mismo pasa con la chica, que lejos de ser la víctima para enseñar cacho y gritar durante más del 90% de la película, se encariña con el supuesto monstruo y le entiende, llegando a lamentarse por su muerte.

A algunos esta nueva vista del monstruo pueden atragantársele, pero esta versión de la Bella y la Bestia a mí consiguió sorprenderme, la considero muy superior a la simpleza de la original y un gran acierto.

Tampoco hay que olvidar al resto del barco, al contrario que en la versión original, todos están muy bien definidos y durante la primera hora de la película tienen más un menos un papel destacado.

Tiene unos dinosaurios capaces de ridiculizar a los de Jurassic Park, un King Kong diferente al que estamos acostumbrados, un reparto que se compenetra a la perfección, una ambientación acojonante (tanto la de la isla como esa magnífica y sorprendente Nueva York de los 30), una fotografía pasmosa... Vamos, que el remake consigue lo imposible, transmitirnos la maravilla de la original en sus tiempos, solo Peter Jackson podía hacerlo.
Posiblemente la mejor película del año pasado, al menos a mi juicio.