lunes, octubre 10, 2005

X-treme X-men, esa parcela de Claremont, primera parte.

Mmmh, tenemos una colección que ha terminado hace poco y ha contado con un solo guionista durante la friolera de 46 números. Ese guionista es Claremont, que dista mucho de ser el genio de antaño, que revolucionó la industria con sus X-men allá en los lejanos años 70. En una hazaña comercial conocida como Revolution (tan fallida que no he vuelto a leer nada de esa etapa), este guionista, patriarca de los mutantes, regresó triunfal en las dos colecciones principales de X-men, acompañado de Adam Kubert y Lienil Francis Yu. La verdad, prometía.

Pero fue una terrible decepción, los números eran desastrosos, la trama era liosa y desesperante, apenas sucedía nada interesante y la contradicción reinaba. Solo había que ver el tratamiento de personajes y cosas tan sangrantes como Coloso pudiendo besar a Pícara, así, sin más. Por no hablar de esa Kitty que empieza a sentirse adulta por... primera vez, sigh, obviando todo aquello que le pasó en Excalibur. En definitiva, una etapa a olvidar cuanto antes, ni siquiera he dicho lo peor.
Luego llegó Quesada y lo cambió todo, no sin antes sufrir unos números del peor Lobdell, que si es malo de por sí, imagináoslo haciéndolo peor.

Quesada, como editor en jefe, hizo que autores de tanto prestigio como Morrison (inimaginable el verlo por aquí) y Joe Casey, se quedaran en las series principales. Sin embargo, no quiso que Claremont se fuera así, sin más, así que le dejó una tercera colección, su propia parcela particular como compensación (de ahí el título del post), esta colección iba a tener el inafortunado nombre de X-treme X-men.
Podía escoger los personajes y tenía cierta libertad, me imagino al viejo guionista como loco, deseoso de empezar cuanto antes. ¿Y a qué dibujante escogió? Al valenciano que le acompañó durante su etapa en los 4 Fantásticos (próximamente en vuestros quioscos), el incansable y cumplidor Salvador Larroca. Y precisamente en ello me basaré para dividir la etapa en dos partes MUY diferenciadas, la que dibuja Larroca y la que dibuja Kordey.

Si bien, las miras estaban puestas en aquella colección llamada Nuevos X-men, donde el escocés escribía su propia versión mutante, lo cierto es que los lectores españoles nos quedamos de piedra al ver dónde iba a suceder la primera saga de la colección. Ni más ni menos que en España, en Valencia. Y esta vez podíamos estar seguros de ver una España más realista, no como aquella que nos mostraron hace tiempo, que parecía Méjico, pero la de los años 40.
Sobre la saga en sí, lo cierto es que sorprendió a muchos, más que nada porque el nivel era mucho mayor que el mostrado anteriormente en las colecciones principales (cuidao, tampoco había que correr mucho) y hubo una muerte inesperada, quizá muy mal mostrada por Larroca, si queréis mi opinión, a mí me habría gustado ver la batalla, el despiste y la sorpresa. Pero solo vemos el resultado.

Pues bien, la excusa de los personajes está en una trama que comenzó Davis en su propia etapa, la búsqueda de los diarios de Destino, por ello los personajes se veían obligados a actuar por su cuenta y marchar a varios lugares del globo para obtenerlos antes que nadie. Y ese nadie es Vargas, un tipo muy misterioso que no se sabe bien si es un mutante o qué, lo cierto es que apenas es explica y ha quedado muy confuso. Para empezar, no llegamos a saber siquiera el motivo por el que busca los diarios y su conexión (si la tiene) con el difunto personaje de Destino. Debería conocerla, si no... ¿cómo sabe la existencia de éstos? Vamos, que no sabemos nada sobre él, salvo que es muy gallito y cabrón.
La saga en sí fue muy divertida para los españoles, porque esa España mostrada con una Guardia Civil high tech es... un aunténtico despropósito y motivo de risa y descojone. Pero es lo de menos, estamos en el universo Marvel y éste es mucho más avanzado que el normal, lo malo es que la credibilidad se pierde un poco, y más cuando vemos a soldados gritando: "Mater Christi" y la intervención del rey con los asuntos del Estado, ¡¡si hasta juramos por Dios y el trono!! Buahahahaha. En fin... hay que leerla, aunque solo sea por ver a esa ministra.

Sobre el argumento, pues lo cierto es que los personajes están estereotipados y sufren los típicos clichés Claremontianos. Pero son ellos más de lo que nunca fueron durante mucho tiempo, por el simple hecho de que Lobdell los maltrató y solo Davis supo tratarlos bien durante el poco tiempo que duró su etapa. Aunque ésta no duró menos que la de Kelly, excelentes números que no tuvieron su oportunidad, una lástima.
Aún así, no está mal esa amenaza de Vargas, cómo se mete Gambito en su mansión y esa relación entre personajes, que se reunen para rendir tributo a la mujer-X fallecida. Tampoco hay que olvidar el debut de Sabia y el motivo del cambio de Bestia, que se encuentra en estas páginas.

En definitiva, la primera saga no es nada del otro mundo, tiene multitud de defectos y puede agotar su lectura ante tanta palabrería sin sentido. Sin embargo, no es mal principio de serie y cuenta con algunas virtudes. Está MUY, pero que muy lejos de ser el Claremont de antes pero ha mejorado de su Revolution (lo dicho, repito, tampoco hay que correr mucho). ¿Es lo siguiente mejor o peor? Próximamente en sus pantallas.

3 comentarios:

IvánN Díaz dijo...

como presentación no estuvo mal... luego llegaría la saga de la invasión extraterrestre (la 2ª que ocurría al mismo tiempo en la tierra, por lo menos Claremont fue original y la puso en Madripur y no en Manhattan, como todos los demás guionistas). Esa saga es un horror. No la he vuelto a leer... creo... si lo he hecho no me acuerdo.

Y lo de la GUardia Civil High Tech molaba, hombre, ya quisiéramos ver nosotros a los del tricornio diciendo Mater Christi... si sólo saben decir coño, joder, hijoputa y similares...

Neikos dijo...

Lo peor aparte de los guiones es el experimento del color sobre lapiz, al menos con Larroca y Liquid al color no funciona bien.

Anónimo dijo...

Yo lo que nunca voy a entender es como ha podido tener exito una tía tan casina como Sabia, sigh porque mira que es pesá la tía; por mucho que intentaban dotarle de chicha todo daba al garete con su chulería y esas reacciones impredecibles que le daban poca credulidad a su carácter de ente lógico.

Salu Dios!