Año: 1994.
País: Estados Unidos.
Duración: 142 minutos.
Director: Frank Darabont.
Pocas películas me mantienen tanto tiempo enganchado en la pantalla como esta, verdaderamente pocas.
El argumento empieza un tanto sencillo, da la sensación de que va a ser la típica historia de cárceles y el inocente que no tuvo abogados decentes para poder corroborar una buena coartada. O bien aquel pobre tipo que tuvo la mala suerte de sufrir una encerrona, siendo el perjudicado de un asesinato que no cometió. La película te deja con la incertidumbre, en un principio no sabes si realmente es inocente o no, pero la verdad es que no es lo más importante.
No, lo importante es seguir la rutina que sufre Andy Dufresne (Tim Robbins), que nos dará a conocer el lugar donde va a pasar el resto de su vida, las paredes de una prisión. Veremos cómo viven los presos allí dentro, como los obligan a trabajar y malvivir, con miedo y sin libertad alguna. Aunque, lo peor son algunos de dichos presos, que se encargan de hacer la vida imposible a los novatos.
Andy logrará hacerse con la confianza de todo el mundo, conseguirá que le respeten sin el uso de la fuerza bruta y conseguirá cosas para mejorar la propia cárcel gracias a la inestimable ayuda de Red Redding (Morgan Freeman), un preso que controla el mercado negro de allí dentro. Antes de entrar allí era banquero, y llega a hacerles favor a los guardias para ciertos temas económicos que solo él puede tratar, se aprovechan de él hasta el punto en que el alcaide le pide ayuda personal.
Más tarde, se verá atrapado en un camino sin salida, un camino que parece hundirse a sus pies, un camino al que no quería llegar... ¿O quizás sí?
Lo mejor de esta película es comprobar la delgada línea que separa lo legal de lo ilegal, allí dentro los guardias realizan los mismos actos por los que las personas están encerradas recibiendo su castigo. Es increíble la cantidad de chanchullos y fraudes que pueden mantenerse encubiertos allí, llega un momento en el que te preguntas por qué diablos no están los dirigentes sufriendo la misma condena.
Todo esto lo vemos a través de los ojos de Red, el narrador de la historia, que nos da a conocer al protagonista principal: Andy Dufresne. La manera en que está contada esta película es portentosa, supuestamente es cruda, pero no vemos nada desagradable, hay una admirable sutileza en cada una de las escenas y se nos muestra precisamente aquello que es necesario que veamos. Aparte, el que esté narrada por uno de los presos de allí, nos acerca a ellos, nos convierte en uno de ellos y es muy fácil indentificarse, sentir lo que sienten y las opciones que tienen para seguir viviendo, para entretenerse y pasar el tiempo.
Una de las mejores escenas es, precisamente, aquella donde vemos a un preso salir de aquel lugar por primera vez en cincuenta años, comprobamos lo grave que es quedarse en un sitio tanto tiempo, el miedo a salir, el sentirse atrapado incluso fuera de esas paredes, hasta el punto en que las echas de menos y no deseas salir de ellas. Eso es lo que verdaderamente significa la libertad, que nunca somos libres, pues siempre estamos atados al miedo y las costumbres. El protagonista, sin embargo, predica a la astucia, al tiempo bien empleado y a lo que considera más importante que nada en el mundo: A la esperanza.
Los actores se portan maravillosamente, desde ese Tim Robbins inspiradísimo, que hace un gran papel como Andy, el preso más pacífico e ingenioso del lugar, inexpresivo pero de mirada inteligente, hasta Morgan Freeman, que realiza su papel como solo él sabe, pues estamos hablando de uno de los mejores actores de Hollywood, allá donde aparece deja marca y un estilo propio. El dúo que hacen ambos es de lo mejor, pues ellos llevan la película, son los dos amigos que seguimos durante todo momento. El resto del reparto también se desenvuelve muy bien a lo largo de la película, destacan el alcaide y el viejo Brooks (James Whitmore).
Una maravillosa película que hace pensar, que nos muestra la sociedad y su sistema legal desde un punto de vista diferente. Esplendorosa y con un final brillante, de los que no dejan indiferente.
País: Estados Unidos.
Duración: 142 minutos.
Director: Frank Darabont.
Pocas películas me mantienen tanto tiempo enganchado en la pantalla como esta, verdaderamente pocas.
El argumento empieza un tanto sencillo, da la sensación de que va a ser la típica historia de cárceles y el inocente que no tuvo abogados decentes para poder corroborar una buena coartada. O bien aquel pobre tipo que tuvo la mala suerte de sufrir una encerrona, siendo el perjudicado de un asesinato que no cometió. La película te deja con la incertidumbre, en un principio no sabes si realmente es inocente o no, pero la verdad es que no es lo más importante.
No, lo importante es seguir la rutina que sufre Andy Dufresne (Tim Robbins), que nos dará a conocer el lugar donde va a pasar el resto de su vida, las paredes de una prisión. Veremos cómo viven los presos allí dentro, como los obligan a trabajar y malvivir, con miedo y sin libertad alguna. Aunque, lo peor son algunos de dichos presos, que se encargan de hacer la vida imposible a los novatos.
Andy logrará hacerse con la confianza de todo el mundo, conseguirá que le respeten sin el uso de la fuerza bruta y conseguirá cosas para mejorar la propia cárcel gracias a la inestimable ayuda de Red Redding (Morgan Freeman), un preso que controla el mercado negro de allí dentro. Antes de entrar allí era banquero, y llega a hacerles favor a los guardias para ciertos temas económicos que solo él puede tratar, se aprovechan de él hasta el punto en que el alcaide le pide ayuda personal.
Más tarde, se verá atrapado en un camino sin salida, un camino que parece hundirse a sus pies, un camino al que no quería llegar... ¿O quizás sí?
Lo mejor de esta película es comprobar la delgada línea que separa lo legal de lo ilegal, allí dentro los guardias realizan los mismos actos por los que las personas están encerradas recibiendo su castigo. Es increíble la cantidad de chanchullos y fraudes que pueden mantenerse encubiertos allí, llega un momento en el que te preguntas por qué diablos no están los dirigentes sufriendo la misma condena.
Todo esto lo vemos a través de los ojos de Red, el narrador de la historia, que nos da a conocer al protagonista principal: Andy Dufresne. La manera en que está contada esta película es portentosa, supuestamente es cruda, pero no vemos nada desagradable, hay una admirable sutileza en cada una de las escenas y se nos muestra precisamente aquello que es necesario que veamos. Aparte, el que esté narrada por uno de los presos de allí, nos acerca a ellos, nos convierte en uno de ellos y es muy fácil indentificarse, sentir lo que sienten y las opciones que tienen para seguir viviendo, para entretenerse y pasar el tiempo.
Una de las mejores escenas es, precisamente, aquella donde vemos a un preso salir de aquel lugar por primera vez en cincuenta años, comprobamos lo grave que es quedarse en un sitio tanto tiempo, el miedo a salir, el sentirse atrapado incluso fuera de esas paredes, hasta el punto en que las echas de menos y no deseas salir de ellas. Eso es lo que verdaderamente significa la libertad, que nunca somos libres, pues siempre estamos atados al miedo y las costumbres. El protagonista, sin embargo, predica a la astucia, al tiempo bien empleado y a lo que considera más importante que nada en el mundo: A la esperanza.
Los actores se portan maravillosamente, desde ese Tim Robbins inspiradísimo, que hace un gran papel como Andy, el preso más pacífico e ingenioso del lugar, inexpresivo pero de mirada inteligente, hasta Morgan Freeman, que realiza su papel como solo él sabe, pues estamos hablando de uno de los mejores actores de Hollywood, allá donde aparece deja marca y un estilo propio. El dúo que hacen ambos es de lo mejor, pues ellos llevan la película, son los dos amigos que seguimos durante todo momento. El resto del reparto también se desenvuelve muy bien a lo largo de la película, destacan el alcaide y el viejo Brooks (James Whitmore).
Una maravillosa película que hace pensar, que nos muestra la sociedad y su sistema legal desde un punto de vista diferente. Esplendorosa y con un final brillante, de los que no dejan indiferente.
10 comentarios:
PELICULÓN
PELICULÓN PELICULÓN
Una de esas peliculas que tengo pendientes de ver
Salu2!!
efectivamente,PELICULÓN! ;) para que luego hablen mal de Stephen King...
efectivamente,PELICULÓN! ;) para que luego hablen mal de Stephen King...
La pelicula esta basada en un relato de stephen king,y recibio varias nominaciones para los oscars.La banda sonora es memorable.
Perdonad que no actualice, pero el tener la mano derecha (la buena, soy diestro) escayolada y eso, como comprenderéis, ofrece muchos impedimentos a la hora de ponerse a escribir artículos.
Pronto volveré.
Un saludo y muchísimas gracias por leerme.
A mi me gustó más la película en si que como adaptación del relato en que se basa. Aunque también es verdad que el relato no le veo yo la calidad que luego Frank Darabont supo plasmar en imágenes (a lo que también ayudó un reparto realmente perfecto para los papeles que tenian que interpretar). CALIFICACIÓN: 10/10 (como película) y 8/10 (como adaptación).
me encanto la pelicula es un clasico ademas creo recorda que fui yo quien se la aconsege es de la que pasan los años y te apetece verla _pj
Yo la comenté en mi blog cuando la echaron por Cuatro (aunque no tan bien como aquí ni tan extenso), y es un auténtico peliculón.
http://elblogindecente.blogspot.com/2006/01/cadena-perpetua.html
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