Año: 1995.
País: Estados Unidos.
Director: David Fincher.
Duración: 127 minutos.
Todo el mundo estaba recomendándome esta película, las caras de asombro al descubrir que yo todavía no la había visto han sido múltiples. Estaba bastante cansado del tema, me preguntaba qué diablos tenía dicha película para que la gente me tratara como un bicho raro, ¿tan famosa era? Diablos, y mira que conozco a muchos que no han visto El Padrino y no pongo esa cara cuando descubro tal cosa.
El caso es que, una vez vista la película, lo he entendido a la perfección.
Estamos ante lo mismo de siempre, dos detectives opuestos, un caso difícil de asesino en serie que está basado en algo en concreto, asesinatos con pistas que conducen a otras... Nada nuevo bajo el sol, mucho golpe de efecto y clichés.
O quizás no.
¿Cómo es posible que esta película, teniendo los elementos típicos del genero de detectives de homicidios, sea tan diferente al resto? Por varias razones.
La primera es el ambiente claustrofóbico, bastante malsano, casi incita a vomitar de la suciedad que desprende solo con la mirada, parece que transmita el mal olor que debería tener en vivo y en directo. Muy adecuado para el tono del film, y bastante "realista", influye al espectador y lo introduce dentro de la película, metiéndose en esas casas o habitaciones aisladas con cordones policiales, donde solo los detectives, la policia y los forenses pueden meter baza. Es, sobre todo, perfecto para darle la razón al asesino, tema que veremos más adelante.
Lo segundo, los asesinatos, muy artísticos y acertados. El tema también importa, el guión se sostiene en los delirios de un fanático religioso que es capaz de mostrar los siete pecados capitales con esas muertes que tienen mucho que ver con lo que pretende transmitir. La gula, la avaricia, la soberbia, la lujuria, la pereza, la envidia, la ira... Es muy interesante esperar a ver cuál será el siguiente acto, cómo lo mostrará y, sobre todo, la morbosidad de saber qué elementos y cómo lo ha ejecutado ese asesino con su sangre fría.
Lo que nos lleva a la tercera razón, el propio asesino, una especie de Hannibal Lecter religioso, muy relajado, la película no trata de ofrecernos el típico "¿Quién ha sido? El que menos te esperas", sino que nos lo muestran en el momento adecuado, dándonos a entender que lo tenía todo planeado desde el principio. El resto solo son títeres que se mueven al son de sus cuerdas. Esa meticulosidad, esa inteligencia depravada, logra infundir cierto respeto y temor para un acto final que deja los nervios descontrolados, mordiéndonos las uñas por descubrir qué es lo que pretende realmente.
Y la cuarta razón, los personajes. TODOS tienen algo que decir, hasta el director del distrito policial donde Somerset y Mills trabajan. Estos dos personajes, los detectives protagonistas, a primera vista parecen, por un lado el típico veterano que pretende dar lecciones y por otro el chuleras que hace lo que le da la gana, que cree tener la razón en todo y prefiere la acción por encima de todo. Diablos, si hasta tienen ese molesto cliché del "blanco y el negro".
Pero criticar a ambos de típicos y tópicos es quedarse en la superficie, porque ambos son realmente MUY humanos y hasta evolucionan a lo largo de la trama, es increíble el tratamiento que reciben, son geniales, tienen vida propia y modos diferentes de actuar que no hacen sino convertirlos en personajes complejos. Ejemplos los hay a destajo, desde ese primer encuentro donde se quejan del compañero que les ha tocado (o cuando Somerset pide que Mills no se entrometa en el caso) hasta que ambos acaban colaborando como dos buenos amigos que persiguen el mismo objetivo. Momentos muy buenos son aquellos como cuando están en la biblioteca, con las quejas y el aburrimiento del pobre Mills, que está muy inquieto y quiere acción, pero debe resignarse.
Claro que, también tienen la culpa los actores, que están acertadísimos y adecuados en sus caracterizaciones, absolutamente perfectos. Morgan Freeman no merece presentación, es uno de los mejores actores de Hollywood y sabe transmitir muy bien el carácter del personaje, pues Somerset es un veterano que va a retirarse pero no quiere abandonar un caso que le seduce y atrapa. Relajado y tranquilo, es la contraposición de Mills, interpretado por un Brad Pitt que se compenetra a la perfección con su compañero actor, ni siquiera logra que le haga sombra (que ya es decir) sino que cumple como debe y está soberbio, probablemente uno de los mejores papeles que haya hecho, nada que ver con su Aquiles de Troya (ugh), por ejemplo.
Y luego está el increíble Kevin Spacey, inimitable como John Doe (Juan Nadie, traducción literal), un psicópata con tal calma que pone los nervios de punta. Es la otra cara de la moneda de Somerset, ambos son parecidos, piensan casi igual, solo que el detective lo acepta y pretende arreglarlo a su manera, con más apatía.
Pues eso, un excelente thriller de asesinatos, donde solo vemos las consecuencias, narradas con tal efectividad que parece que estés viendo cómo fueron ejecutadas las víctimas. Apenas hay escenas de acción, salvo una muy lograda persecución. Personajes muy bien tratados, trama muy calculada y meditada con un clímax final soberbio, grandes actores, un ambiente acorde al tema, un análisis menucioso de la condición humana... El mensaje de John Doe es claro, que llegue a tus ojos y a tus oídos, luego eligirás si odiarle o aclamarle.
País: Estados Unidos.
Director: David Fincher.
Duración: 127 minutos.
Todo el mundo estaba recomendándome esta película, las caras de asombro al descubrir que yo todavía no la había visto han sido múltiples. Estaba bastante cansado del tema, me preguntaba qué diablos tenía dicha película para que la gente me tratara como un bicho raro, ¿tan famosa era? Diablos, y mira que conozco a muchos que no han visto El Padrino y no pongo esa cara cuando descubro tal cosa.
El caso es que, una vez vista la película, lo he entendido a la perfección.
Estamos ante lo mismo de siempre, dos detectives opuestos, un caso difícil de asesino en serie que está basado en algo en concreto, asesinatos con pistas que conducen a otras... Nada nuevo bajo el sol, mucho golpe de efecto y clichés.
O quizás no.
¿Cómo es posible que esta película, teniendo los elementos típicos del genero de detectives de homicidios, sea tan diferente al resto? Por varias razones.
La primera es el ambiente claustrofóbico, bastante malsano, casi incita a vomitar de la suciedad que desprende solo con la mirada, parece que transmita el mal olor que debería tener en vivo y en directo. Muy adecuado para el tono del film, y bastante "realista", influye al espectador y lo introduce dentro de la película, metiéndose en esas casas o habitaciones aisladas con cordones policiales, donde solo los detectives, la policia y los forenses pueden meter baza. Es, sobre todo, perfecto para darle la razón al asesino, tema que veremos más adelante.
Lo segundo, los asesinatos, muy artísticos y acertados. El tema también importa, el guión se sostiene en los delirios de un fanático religioso que es capaz de mostrar los siete pecados capitales con esas muertes que tienen mucho que ver con lo que pretende transmitir. La gula, la avaricia, la soberbia, la lujuria, la pereza, la envidia, la ira... Es muy interesante esperar a ver cuál será el siguiente acto, cómo lo mostrará y, sobre todo, la morbosidad de saber qué elementos y cómo lo ha ejecutado ese asesino con su sangre fría.
Lo que nos lleva a la tercera razón, el propio asesino, una especie de Hannibal Lecter religioso, muy relajado, la película no trata de ofrecernos el típico "¿Quién ha sido? El que menos te esperas", sino que nos lo muestran en el momento adecuado, dándonos a entender que lo tenía todo planeado desde el principio. El resto solo son títeres que se mueven al son de sus cuerdas. Esa meticulosidad, esa inteligencia depravada, logra infundir cierto respeto y temor para un acto final que deja los nervios descontrolados, mordiéndonos las uñas por descubrir qué es lo que pretende realmente.
Y la cuarta razón, los personajes. TODOS tienen algo que decir, hasta el director del distrito policial donde Somerset y Mills trabajan. Estos dos personajes, los detectives protagonistas, a primera vista parecen, por un lado el típico veterano que pretende dar lecciones y por otro el chuleras que hace lo que le da la gana, que cree tener la razón en todo y prefiere la acción por encima de todo. Diablos, si hasta tienen ese molesto cliché del "blanco y el negro".
Pero criticar a ambos de típicos y tópicos es quedarse en la superficie, porque ambos son realmente MUY humanos y hasta evolucionan a lo largo de la trama, es increíble el tratamiento que reciben, son geniales, tienen vida propia y modos diferentes de actuar que no hacen sino convertirlos en personajes complejos. Ejemplos los hay a destajo, desde ese primer encuentro donde se quejan del compañero que les ha tocado (o cuando Somerset pide que Mills no se entrometa en el caso) hasta que ambos acaban colaborando como dos buenos amigos que persiguen el mismo objetivo. Momentos muy buenos son aquellos como cuando están en la biblioteca, con las quejas y el aburrimiento del pobre Mills, que está muy inquieto y quiere acción, pero debe resignarse.
Claro que, también tienen la culpa los actores, que están acertadísimos y adecuados en sus caracterizaciones, absolutamente perfectos. Morgan Freeman no merece presentación, es uno de los mejores actores de Hollywood y sabe transmitir muy bien el carácter del personaje, pues Somerset es un veterano que va a retirarse pero no quiere abandonar un caso que le seduce y atrapa. Relajado y tranquilo, es la contraposición de Mills, interpretado por un Brad Pitt que se compenetra a la perfección con su compañero actor, ni siquiera logra que le haga sombra (que ya es decir) sino que cumple como debe y está soberbio, probablemente uno de los mejores papeles que haya hecho, nada que ver con su Aquiles de Troya (ugh), por ejemplo.
Y luego está el increíble Kevin Spacey, inimitable como John Doe (Juan Nadie, traducción literal), un psicópata con tal calma que pone los nervios de punta. Es la otra cara de la moneda de Somerset, ambos son parecidos, piensan casi igual, solo que el detective lo acepta y pretende arreglarlo a su manera, con más apatía.
Pues eso, un excelente thriller de asesinatos, donde solo vemos las consecuencias, narradas con tal efectividad que parece que estés viendo cómo fueron ejecutadas las víctimas. Apenas hay escenas de acción, salvo una muy lograda persecución. Personajes muy bien tratados, trama muy calculada y meditada con un clímax final soberbio, grandes actores, un ambiente acorde al tema, un análisis menucioso de la condición humana... El mensaje de John Doe es claro, que llegue a tus ojos y a tus oídos, luego eligirás si odiarle o aclamarle.
2 comentarios:
escelente pelicula que quieras o no marco en el cine una moda por uqe acto segido salieron pelis del estilo como ,resudecion,el colecionista de huesos ,el colecionistas de amantes, un largo etc etc vamos como x men trago la moda por los super heroes ,seven trago la moda de esta clase de peliculas
Cierto, marco una nueva pauta en el cine policial, despues de Seven nos inundaron los plagios y copias.
Sin duda, un peliculon, que para poder valorarlo con total objetividad habia que haberlo visto muchos años atras, visto hoy dia no sorprende tanto debido al bombardeo de peliculas my similares.
Impactante y sorprendente hace años cuando todos esos cliches y golpes de efectos apenas se usaban en el cine, vista a dia de hoy pierde fuerza, y ya solo es una pelicula de culto o referente, pero insisto para difrutarla al 100% habia que verla en su dia.
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