viernes, noviembre 18, 2005

Una noche en la ópera.

Año: 1935.
País: Estados Unidos.
Duración: 93 minutos.
Director: Sam Wood.

¿A quién no le suena la frase de la parte contratante de la primera parte es igual que la parte contratante de la segunda parte? Puede que muchos no sepan ni de que estoy hablando, pero es uno de los momentos más célebres de la trayectoria cinematográfica de los hermanos Marx. De hecho, el mismo Groucho se atrevió a decir que, la película donde dice esto, es su favorita. Y esta es Una Noche en la Ópera.

Lo cual no me extraña, porque estamos ante un verdadero clásico de la comedia, con momentos tan delirantes como tronchantes, los años no pasan por ella y los chistes siguen siendo lo bastante actuales como para divertirse con ellos. El trío de hermanos se lleva todo el protagonismo, con las escenas más memorables, como la del camarote que se llena de una forma inimaginable o cuando boicotean la función final.

Y es que la película no da cuartel, no da respiro. Se trata de una comedia donde todos los personajes tienen su papel, hasta los secundarios. Por un lado tenemos la historia de Otis (Groucho Marx), que se niega a ser despedido de tan malas artes, por haberse equivocado de tenor para la ópera que, además, es mucho mejor que el escogido, solo que sin la reputación de éste. Por lo que se unirá a su botones Tomasso (Harpo Marx), el tenor Ricardo Baroni (Allan Jones) y su representante Fiorello (Chico Marx) para darles una lección a Lasparri (el tenor con reputación) y a Gotlieb, propietario de la Ópera, que los despreció como personas y artistas. Y por el otro, está el típico triángulo amoroso del bueno, la mujer y el malo, que son Baroni, Rosa (la dama del tenor) y Lasparri.

Los que se llevan todo el protagonismo son, indudablemente, los propios hermanos Marx, en especial Groucho, que es el relaciones públicas más sarcástico y egoista que se haya podido ver. Un aunténtico gañán amoral irrespetuoso que de altruista tiene bien poco y que piensa mucho en sí mismo, vengándose de sus enemigos de la peor manera posible. Y lo encantador que resulta el maldito, que se convierte en la estrella de la película por su loable interpretación, realmente lo borda y las mejores escenas son aquellas donde él tiene el protagonismo. Destacar su relación con la señora Claypool, desternillante, saca lo peor de Groucho por su vena cruel, mentirosa y satírica. Es un poco preocupante que nos riamos tanto de ello, pero tiene cada ocurrencia el maldito... Imprevisible es la palabra que lo define.

Sus otros dos hermanos tampoco se quedan cortos, y el mudo Harpo hace unas escenas delirantes, donde los golpes y los batacazos son el orden del día, en especial su mazazo habitual. Una recomendación, no te acerques mucho a él si se encuentra en posesión de cualquier objeto manejable. Chico, por otro lado, resulta ser el más discreto de los tres, en mi opinión, pasando un poco desapercibido pero haciendo un buen dúo con cualquiera de sus dos hermanos, al fin y al cabo, la escena de "la parte contratante" no sería la misma sin él, así como aquella cuando se disfraza de aviador ruso y realiza un discurso para partirse.

Por otro lado, los dos tortolitos y el tenor malo son mucho más convencionales, si bien los dos primeros son verdaderos cantantes y eso se aprovecha, pues realizan una especie de musical cuando se ponen a actuar como tales. Sin embargo, no sé por qué, pero todo aquello que tiene que ver con el triángulo amoroso lo veo como una especie de añadido, como algo obligatorio para la época y demasiado típico, considero que es lo menos interesante de ésta y me parece un error dedicarles tantos minutos a ellos. Y es que de comedia tienen bien poco. Al menos Lasparri (el malo) hacía algo ridiculizándose a sí mismo o afrontando los ataques de los hermanos, pero lo que es la pareja... hoy en día hasta quedan verdaderamente cursis. Cosas de época.
Todo esto sin olvidar a Gotlieb (el propietario de la Ópera neoyorquina, interpretado por Sig Rumann), pues lo que tiene que soportar este hombre es para ponerle una medalla.

Pues eso, Una Noche en la Ópera es un clásico de la comedia, no tiene desperdicio alguno y muchos dicen que se trata de la mejor de los hermanos Marx, que no es decir poco. Una joya.

2 comentarios:

IvánN Díaz dijo...

¿te puedes creer que la última vez que vi esa película tenía... 9 años?

Neikos dijo...

Yo la volví hace poco y me sigo quedando con la escena del camarote, delirante. Una de mis comedias favoritas, pero es que a mi me encantan los hermanos Marx.