viernes, noviembre 25, 2005

Broken Sword 2 Las Fuerzas del Mal.

No hay que explicar que cuando acabé Broken Sword me quedé con muchas ganas de más, pues el juego me había encantado y hasta me daba lástima el habérmelo acabado, quería más aventuras del americano George Stobbart. Qué alegría me llevé cuando descubrí que había una segunda parte, y más cuando la tuve en mis manos.

Debo decir que la primera impresión fue más que positiva, si en la primera bombardeaban un café donde el protagonista estaba tranquilamente sentado, esta vez era algo mucho más personal, pues secuestran a Nico mientras que a George lo dejan en una habitación en llamas con una araña venenosa a sus pies. Hay que especificar que encima estaba atado a una silla, claro.
Después de un prometedor inicio, podemos asistir a una conversación con André Lobineau, el que trabajaba en el museo de la primera parte y encima en Montfauçon, uno de los escenarios que ya pudimos ver en la aventura de los templarios, en París.
Tenemos reencuentros, visitas a lugares donde ya habíamos estado, unos gráficos más detallados (no mucho, no) donde la mayor innovación era que habían momentos donde podíamos ver más de cerca a los personajes, con una expresividad mucho mayor, cercana a lo que podemos ver en las secuencias de video.

Vamos, que era más de lo mismo, pero solo con eso bastaría.
Lo malo es que después echas en falta muchas cosas de la primera parte.

Para empezar, la interfaz es la misma, pero hay una cruz en lugar del puntero que pudimos ver en la primera parte (¿por qué?) y no puedes mirar tantos objetos por pantalla. Tampoco puedes enseñar los del inventario (que ahora está abajo por alguna extraña razón) en las conversaciones (gran fallo) salvo si es necesario o esencial en la aventura, entonces aparecen para eso.
Los gráficos mejoran mucho con eso de la aproximación de cámara, con los personajes más grandes, pero aparte de eso no hay ninguna innovación más. Bueno, aparte de tener a Nico como personaje manejable en algún que otro momento de la aventura.
La ambientación maya tampoco ayuda a esto, pues los escenarios que el personaje visita son mucho menos variados que en la primera parte y da la impresión de que no son tantos. Esto conlleva a que hayan muy pocos personajes con los que hablar, ¿dónde están los diálogos mordaces de la primera parte? ¿Dónde está la importancia de la investigación a partir de las pistas que nos dan?

Y aquí llegamos a lo peor de esta aventura, que el argumento no es gran cosa y no se acerca al de la primera parte ni por asomo, hay mucha menos riqueza histórica cuando parece que se pretende volver a hacer lo mismo, quedándose un burdo intento.
A esto hay que sumarle una falta de ritmo impresionante, apenas te encuentras un personaje llamativo, pero eso es debido a que, diablos, por la mitad del juego solo hay exploración y debes moverte por muchos lugares deshabitados de un lado para otro sin saber que hacer.
El mejor ejemplo es una isla donde George Stobbart debe encontrar una piedra maya, el aburrimiento está al orden del día. Encima, hay un intervalo donde manejas a Nico en Londres y asistimos a las conversaciones más aburridas de esta secuela. Si por la mitad ya se pierde prácticamente el interés, mal vamos.

No todo es negativo, claro, aún así, estamos en una aventura gráfica decente, de las que no se hacen hoy en día, pero pierde muchos puntos frente a su predecesora. De hecho, quienes la hayan jugado antes que esta, parecerá que estén frente a una especie de expansión, porque de innovaciones pocas y encima parecen hechas para fastidiar. Solo encuentro positiva la de acercar la cámara, que no es más que un simple cambio estético que aparece de vez en cuando.
Aparte, hay una proliferación de puzzles más que aburrida, solo hay que ver las tres partes del final, sobre todo la última, donde un juego de antorchas se vuelve agobiante y aleatorio. ¿En qué pensaban los programadores?

Una decepción, habrá quien no esté de acuerdo conmigo, pero la verdad es que me quedo con los templarios, y de lejos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Completamente de acuerdo.